Por qué hay comidas que son tan adictivas

Por qué hay comidas que son tan adictivas

Algunas comidas pueden generar una sensación de adicción debido a una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. (Freepik)

 

Algunas comidas pueden generar una sensación de adicción debido a una combinación de factores biológicos, psicológicos y sociales. Estos alimentos, a menudo altos en azúcares, grasas y sal, activan los centros de recompensa del cerebro de manera similar a como lo hacen ciertas drogas.

Por infobae.com

Al liberar dopamina, un neurotransmisor asociado con el placer, crea una fuerte sensación de gratificación que el cuerpo busca repetir. Además, la industria alimentaria diseña estos productos deliberadamente para que sean irresistibles, utilizando combinaciones de ingredientes que maximizan el sabor y la textura, lo que incrementa la satisfacción al consumirlos.

Sehúnd detalla Psiguide, una organización que nuclea psicólogos iberoamericano, factores emocionales y culturales también influyen, haciendo que las personas recurrieran a estos alimentos en momentos de estrés o como parte de rituales sociales, reforzando aún más su consumo.

¿Por qué algunos alimentos son adictivos?

Con frecuencia se dice que los alimentos más sabrosos suelen ser los que causan mayor adicción en las personas, pero ¿por qué sucede esto? La respuesta se encuentra en el sistema de recompensa del cerebro, un mecanismo para la supervivencia que forma parte del sistema nervioso central y que regulado por neurotransmisores, responde a ciertos estímulos de placer o desagrado.

Las comidas abundantes en sal, azúcar y grasa, en su mayoría alimentos procesados, forman parte de esos estímulos de placer, y de forma similar a como lo hacen las sustancias psicoactivas, segregan la famosa hormona de la felicidad: la dopamina, que se libera en mayor medida con este tipo de alimentos que con otros más saludables bajos en esos aditivos.

Consumir estas comidas que distan de ser plenamente saludables causa adicción con gran facilidad, e incluso sin que las personas se percaten de ello, debido a lo accesibles que son, lo gustosas y la rapidez con la que actúan en el organismo. Resulta más factible volverse adicto a la comida que a las drogas o el alcohol, puesto que la necesidad natural de comer promueve que la persona siempre esté en búsqueda de satisfacer el hambre; la persona comienza a pensar en comidas calóricas que otorgan la sensación de llenura inmediata y causan satisfacción con mayor intensidad. El pensamiento anticipado que lleva a la persona a visualizar la gratificación de comer ciertos alimentos aumenta la necesidad de consumirlos.

En una columna de opinión publicada en en Time por Mark Hyman y Ron Gutman, se plantea una comparación provocativa: tratar el azúcar como se trata a los cigarrillos. Los autores, destacados investigadores en medicina funcional, longevidad, y nutrición, argumentan que la comida que se consume impacta en todos los aspectos de las vidas y cuerpos: “Nuestras hormonas, química cerebral, sistema inmunitario, microbioma; la lista continúa”. Por lo que es clave, aseguran que los consumidores entiendan el valor nutricional de los alimentos para tomar decisiones informadas, especialmente en lo que respecta al azúcar.

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