Quedó ciego, cayó en coma y resucitó: la épica historia del hombre que regresó de la muerte en el Everest

Quedó ciego, cayó en coma y resucitó: la épica historia del hombre que regresó de la muerte en el Everest

Las consecuencias físicas para Beck Weathers incluyeron la amputación de sus manos y la reconstrucción de su rostro

 

Beck Weathers nació en Texas en 1946. Patólogo de profesión, siempre sintió una atracción irresistible por la aventura y las alturas. En mayo de 1996, con 50 años, decidió enfrentarse a la cima más alta del mundo: el Everest. La montaña de 8.848 metros representaba, para él, no solo un desafío físico, sino también un escape de su vida cotidiana y sus luchas internas, especialmente contra la depresión que lo había acompañado desde joven.

Por infobae.com

El 10 de mayo de 1996, Weathers y su equipo comenzaron el ascenso final. El aire enrarecido y el frío extremo no tardaron en pasar factura. Pronto, Weathers se dio cuenta de que algo estaba mal: su visión se deterioraba rápidamente. La ceguera temporal, causada por una cirugía ocular previa y la exposición a la radiación ultravioleta a gran altitud, lo obligó a detenerse. Decidió esperar en el Balcón, a unos 8.000 metros de altura, con la esperanza de que sus compañeros lo recogieran al regresar de la cumbre.

Entonces, una terrible tormenta se desató sobre la montaña. El viento y la nieve convirtieron el Everest en un infierno blanco. La expedición se dispersó y Beck quedó solo, abandonado en la ladera helada. La temperatura descendió drásticamente y Weathers cayó en un coma hipotérmico. Cubierto de nieve y con sus extremidades congeladas, su cuerpo se rindió al frío. Sus compañeros, al encontrarlo en ese estado, lo dieron por muerto. La noticia fue comunicada a su familia, quienes comenzaron a enfrentar la devastadora realidad de su pérdida.

En el silencio helado de la montaña, Beck Weathers yacía inmóvil, su cuerpo casi completamente enterrado bajo la nieve. Los alpinistas que lo encontraron, cubierto de escarcha y con las manos y el rostro congelados, ya no esperaban milagros. Sin embargo, mientras el sol descendía y el frío se volvía aún más mortal, algo en Beck se rebeló contra la quietud de la muerte. En un acto de voluntad inexplicable, Beck Weathers despertó. Ciego y con el instinto como único guía, comenzó a moverse.

El poder del sol, incluso en ese entorno inhóspito, había calentado su ropa lo suficiente como para devolverle una chispa de vida. Beck se levantó del coma hipotérmico, ciego, pero decidido a no rendirse. A tientas, comenzó a descender, confiando únicamente en su instinto. Cada paso era una batalla contra el frío y el dolor, pero la visión de su esposa y sus hijos, tan vívida y real, lo empujaba a seguir adelante.

Llegar al campamento fue un milagro en sí mismo. Beck apareció ante sus compañeros como un espectro, la piel ennegrecida por el congelamiento, los labios agrietados y la mirada vacía. Sin embargo, estaba vivo. Había sobrevivido tres días sin comer y dos sin beber, guiado solo por la imagen de su familia,

Recuperación y adaptación de Beck Weathers

La evacuación en helicóptero fue solo el comienzo de una nueva odisea. Beck Weathers fue trasladado a un campamento a menor altitud y, posteriormente, a un hospital. La lucha por su vida continuó en la mesa de operaciones. Sus manos, gravemente dañadas por el congelamiento, tuvieron que ser amputadas: la derecha hasta el codo y varios dedos de la izquierda. Su rostro, desfigurado por la helada, también necesitó reconstrucción. La nariz fue reconstruida usando tejidos de otras partes de su cuerpo.

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