Cada seis minutos, en el mundo una persona esquiva a la muerte gracias a la vacunación. Esta noción tan clara que acompaña a la vacunación desde el siglo XX sufrió un traspié -incluso paradójico- con la pandemia de COVID alrededor del rol de las vacunas en el siglo XXI, que a pesar de haber salvado a la humanidad toda, quedaron envueltas en una crisis de credibilidad y confianza.
Por infobae.com
Esta semana, las vacunas COVID volvieron a estar en el centro de la escena mundial: el gigante farmacéutico AstraZeneca declaró ante un tribunal del Reino Unido que, en casos extremadamente raros, su vacuna contra el COVID -elaborada en colaboración con la Universidad de Oxford- puede desencadenar el síndrome de trombosis con trombocitopenia (TTS), un trastorno poco común que se caracteriza por un nivel bajo de plaquetas y afecta la coagulación.
La declaración se dio en el marco de una demanda judicial de 51 personas que sostienen haber sufrido problemas de salud vinculados a la inmunización con la vacuna AZD1222. Según pudo reconstruir el diario inglés The Telegraph, en mayo de 2023 AstraZeneca dijo que el TTS “no es causado por la vacuna a nivel genérico” y agregó ahora que el cuadro de TTS puede “aparecer en casos muy raros, y se desconoce el mecanismo causal”.
En diálogo con Infobae, los expertos en infectología e inmunología, cardiología y pediatría coinciden en un axioma fundamental para sostener la salud pública global: hay que vacunarse, siempre.
Para ampliar estas ideas, volví sobre una conversación que había mantenido con el reconocido doctor Elmer Huerta, médico oncólogo y referente científico de la Universidad de Washington, que está radicado en Estados Unidos desde hace décadas: “Para mejorar la salud pública mundial vamos a requerir de muchas vacunas”.
El doctor Huerta explicó a Infobae: “El control de cualquier problema de salud pública tiene dos esferas muy marcadas que se entrelazan entre sí. La primera es la del control de la salud pública en la cual se introduce una palabra clave: la política. Por eso, el control de la salud pública está determinado por lo que se llaman las políticas de salud”.
En cuanto a la segunda, el médico oncólogo la definió como “la esfera individual, la de la persona”. ¿Se cuida o no se cuida? ¿Aprende o no aprende? ¿Recibe los mensajes adecuados? ¿Sabe cómo se transmite la enfermedad? ¿Evita la infección?, entre otras preguntas fundamentales.
Para el experto, quien se ha convertido en un referente global de salud tras décadas como divulgador en distintos medios de EEUU, estas dos esferas se entrelazan porque ambas dependerán de “una buena política pública, en donde los políticos entiendan el problema y usen a la ciencia –proactivamente y con transparencia – como la herramienta que los llevará a controlar la enfermedad”.
Pandemia global
Se logró consenso internacional acerca de que, en una emergencia de salud pública global como fue la pandemia de COVID, las vacunas fueron la herramienta de la ciencia para salvar millones de vidas en tiempo récord.
Un estudio difundido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) -en ocasión de la Semana Mundial de la Inmunización celebrada hace pocos días- reveló que en el último medio siglo la inmunización salvó 154 millones de vidas a nivel global. Esto ocurre porque las vacunas previenen hospitalizaciones y muertes por enfermedades inmunoprevenibles, como el COVID-19, el cáncer cérvico-uterino, la difteria, la hepatitis B, el sarampión, la neumonía, la poliomielitis, la rubéola y el tétanos, entre otros males.
Un equipo de científicos del laboratorio AstraZeneca ya había publicado en 2021 en la revista The Lancet un estudio con detalles sobre “casos muy raros de trombosis con síndrome de trombocitopenia (TTS), que se conoce como trombocitopenia trombótica inmune inducida por la vacuna (VITT, por sus siglas en inglés)”. Un trastorno que puede provocar un colapso en el torrente sanguíneo y se caracteriza por una fuerte disminución de plaquetas en la sangre, provocada por la formación de anticuerpos contra la proteína PF4.
Esta reacción desencadena la formación de coágulos, ya que las plaquetas dejan de cumplir su función esencial en la coagulación sanguínea. Para su manejo clínico es indispensable una detección temprana y el tratamiento adecuado, que incluye el uso de inmunoglobulinas y la evitación de heparina.
El estudio de los investigadores de AstraZeneca describió que, según datos del Centro Europeo para la Prevención y el Control de Enfermedades, a abril de 2021, aproximadamente 5,6 millones de personas habían recibido la segunda dosis de la vacuna de AstraZeneca en la Unión Europea. “Según este nivel de exposición, la tasa estimada de TTS dentro de los 14 días posteriores a la segunda dosis de AZD1222 fue de 2,3 por millón de vacunados”, señalaron en el texto publicado en The Lancet.
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