A principios de abril, agentes de la policía de Oruro, al este de Bolivia, recibieron un aviso de que un grupo de hombres recogería armas y municiones en una vivienda de la ciudad.
Por InSight Crime
Detuvieron a cuatro venezolanos, uno de ellos menor de edad, armados con pistolas y granadas. El grupo amenazó a los agentes, advirtiéndoles que eran miembros del Tren de Aragua –un conocido grupo criminal venezolano que se ha extendido por toda Sudamérica. Los hombres fueron finalmente detenidos, y los tres adultos exhibidos ante la prensa.
Fue una señal de alarma para Bolivia –la aparición más mediática de presuntos miembros del grupo venezolano hasta la fecha en el país. La policía busca a otras personas vinculadas a esas detenciones. Además, el fiscal del Estado dijo que no descarta que el Tren de Aragua esté también relacionado con el asesinato de un venezolano cuyo cadáver fue descubierto dentro de una maleta en Oruro el 9 de enero, según el medio boliviano Opinión.
Pero no todos los funcionarios estuvieron de acuerdo. El viceministro de Interior y Policía negó que el Tren de Aragua estuviera operando en Bolivia, en entrevista con la emisora nacional de noticias Unitel, citada por Brújula Digital. Eduardo Del Castillo, el ministro de Gobierno que anunció las detenciones, también pareció retractarse durante una rueda de prensa de la que informó el medio boliviano El Deber la semana siguiente, negándose a comentar la presencia de un «grupo criminal transnacional» en el país.
Las posturas contradictorias de las autoridades bolivianas son reflejo de las posiciones de funcionarios en toda América. Algunos gobiernos, como los de Estados Unidos, Chile y Perú, consideran a la pandilla una grave amenaza para la seguridad. Otros países se muestran más escépticos. En Venezuela, el ministro de Asuntos Exteriores afirmó recientemente que el Tren de Aragua era una creación de los medios de comunicación, antes de rectificarse.
A continuación, InSight Crime analiza por qué los gobiernos de las Américas tienden a discrepar sobre la amenaza que representa el Tren de Aragua.
La «marca criminal» del Tren de Aragua complica su identificación
El Tren de Aragua saltó a la fama como una pandilla cuya dirección operaba desde la prisión de Tocorón, en el estado venezolano de Aragua.
Posteriormente, el grupo se expandió más allá de las fronteras de Venezuela, aprovechando el éxodo de migrantes que huían de las crisis económica y de seguridad del país a partir de mediados de la década de 2010. Las economías criminales del Tren de Aragua incluyen ahora el tráfico de personas, la extorsión y el tráfico de drogas a pequeña escala.
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