Lapatilla
enero 16 2024, 10:55 am
Entre la esperanza y la vocación vive Dulce Navarro, de 54 años, una profesora de educación especial que celebra más de 20 años siendo parte del sistema educativo venezolano.
Muchos maestros venezolanos deben tener varios empleos para poder cubrir sus necesidades más básicas. La Voz de América acompañó a Dulce Navarro, una docente de 54 años para conocer parte de su realidad diaria.
Por Fabiana Rondón / vozdeamerica.com
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La Voz de América acompañó a la docente venezolana para conocer de cerca cómo es su día a día.
Navarro tiene 4 empleos, los dos principales son como maestra de educación especial en sendas escuelas públicas a las que asiste toda la semana. Le toma llegar una hora desde su casa, luego de tomar dos transporte públicos y caminar un kilómetro.
La docente trabaja en el horario de la mañana en el colegio El Pauji, ubicado en la carretera vieja de la Guaira, aproximadamente a una hora de su casa.
Navarro evita salir de madrugada por la inseguridad en la zona en la que reside, en el centro de la ciudad de Caracas. Suele esperar a que sean las 6:30 am para emprender su jornada.
Su día transcurre en esta institución hasta el mediodía, cuando debe caminar hasta el colegio Juan Pablo ll de Fe y Alegría, para cumplir con su labor en el horario de la tarde, cinco días a la semana. Además de ser especialista en estas dos instituciones, brinda su apoyo a otro colegio cuando los niños requieren un diagnóstico. Su tercer empleo estable lo cumple los días martes y jueves en un colegio público que carece de su especialidad.
Una vez finaliza su labor a las 5:30 pm, Dulce debe hacer el mismo recorrido de regreso. Reza para no enfrentar congestión en la carretera y poder llegar a su casa a tiempo para cumplir con su siguiente empleo.
Navarro explica que sus cuatro empleos le permiten percibir el equivalente a unos 163 dólares.
Navarro asegura que irse de viaje con su familia o comprarse ropa no es prioridad cuando el sueldo solo alcanza para comer. “En el año 2023 no fue sino hasta diciembre que me pude comprar un par de zapatos, los únicos de todo el año”.
Navarro una vez llega a su edificio debe dirigirse, no a su casa, sino a darle tareas dirigidas (proceso de enseñanza individualizada) a la hija de su vecina, tarea en la que se toma aproximadamente 2 horas los 5 días de la semana.
“Últimamente estoy cansada, el trayecto es muy fuerte, es lejos de mi casa, pero esta población tan carente de todo me necesita a mí y a cada profesor que se encuentra en cada institución, es mi manera de aportar y no puedo”, dice a la VOA.