La profecía que hizo rico al modisto Christian Dior y la predicción desoída que lo llevó a la muerte

La profecía que hizo rico al modisto Christian Dior y la predicción desoída que lo llevó a la muerte

Al calor de la posguerra, el diseñador estaba destinado a devolverle a las mujeres lo que ya no podía darle a su hermana: el glamour perdido en los tiempos de austeridad y escasez económica (Edward Miller/Keystone/Getty Images)

 

Cualquiera que camine en estos días por algún aeropuerto o frecuente perfumerías de grandes marcas se encontrará con los enormes carteles de la imagen de campaña de la última fragancia de Dior, Sauvage: un Johnny Depp reivindicado en su esencia, tal como se lee en el posteo con el que firma fundada en 1946 la presentó hace un mes. “Valiente y poderoso, la verdad de Depp representa el alma de Sauvage”.

Por infobae.com





Elegante e indiscutida, pero siempre al borde de lo políticamente incorrecto, Dior ha hecho historia en la controversia desde sus inicios. Christian Dior tenía 37 años y ya había dado sus primeros pasos importantes en el arte y en la moda con Piguet, cuando, en 1942, dejó el ejército y comenzó a diseñar para el modisto Lucien Lelong. Nunca ocultó que en esos años su trabajo fue vestir a las mujeres de los jerarcas nazis y de los colaboradores de la ocupación. No eran los únicos: las casas de moda que permanecieron abiertas durante la guerra –como Nina Ricci y Lanvin– también subsistieron de esa manera.

Pero aquello tuvo un sabor particularmente amargo para el ascendente Christian, cuya hermana Catherine, miembro de la resistencia, fue capturada por la Gestapo y encerrada en un campo de concentración hasta la liberación en 1945. Era su hermana más cercana pese a la diferencia de doce años que los separaba, e incluso se había escondido en su casa de París.

Temió no volverla a ver, pero Catherine se impuso a las torturas y volvió como una heroína: jamás reveló los nombres de sus compañeros, entre los que estaba el padre de sus hijos. Sin embargo, la hermana que regresó a París ya no era la misma, había perdido la sonrisa y las ganas de todo. Apenas si comía un soufflée que él mismo le preparaba para animarla, con la mano privilegiada que también tenía para la cocina. A ella le dedicó su primer perfume: Miss Dior, creado un año después de fundar su marca insignia.

Al calor de la posguerra, el diseñador estaba destinado a devolverle a las mujeres lo que ya no podía darle a su hermana: el glamour perdido en los tiempos de austeridad y escasez económica. Era 1946 y Marcel Boussac lo había convocado para revivir la casa de Alta Costura Philippe et Gaston, pero Dior se negó. Le dijo que prefería iniciar una marca con su nombre. Fue convincente: Boussac terminó por patrocinar su empresa. La primera colección de primavera-verano se presentó en París el 12 de febrero de 1947 y se llamó Corolle, una alusión a la feminidad que volvía a florecer.

Los hombros delicados, las cinturas estrechísimas y las faldas amplias, en forma de corola, fueron el sello de lo que desde entonces se conoció –gracias al ojo para titular de la que era directora de la revista de moda Harper’s Bazaar, Carmel Snow– como el New Look. El gobierno francés no tardó en apoyar el exceso de género que las grandes casas de moda de otros países miraban con recelo: era una forma de reflotar no sólo el espíritu sino la industria y que los ojos del mundo volvieran a posarse en París como cuna del diseño.

Con las máquinas de coser a toda velocidad, Dior llamó a Pierre Cardin y lo puso al frente de su atelier. El New Look –no tan nuevo, porque era en realidad una revisión de las tendencias de la era eduardiana que habían estado en boga desde comienzos de siglo hasta 1930– hizo que en efecto las mujeres recuperaran la coquetería perdida y floreciera su romance con el estilo y el lujo que se habían forzado a dejar a un lado.

Siempre visionario, aquel chico mimado y de origen burgués –su padre, Maurice Dior, había sido uno de los comerciantes más prósperos de Normandía– fue también quien señaló como su sucesor a un Yves-Saint Laurent de apenas 19 años en el 55. Como en todas sus decisiones, seguramente primó entonces el consejo de su astróloga de cabecera, Madame Delahaye, que hasta le señalaba personalmente qué piezas serían los hitos de sus colecciones.

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