La Federació Naturista-Nudista de Catalunya denuncia la alta presencia de “textiles” en los arenales con tradición nudista de la comunidad y pide una mejor señalización.
Por infobae.com
El turismo va camino de superar todos los récords este verano, aunque el coste será también elevado. Los principales destinos de la costa mediterránea y los archipiélagos han multiplicado su población en los últimos meses. Asimismo, los establecimientos están saturados y los puntos más atractivos de las ciudades amanecen cada día con sus aforos al límite. Tras varios años de lucha, la masificación parece haber encontrado a orillas del mar una nueva víctima: las playas nudistas. La avalancha de turistas con bañador incomoda a los propios vecinos, que denuncian la “falta de tranquilidad” en los arenales.
Cataluña cuenta con medio centenar de playas y calas de tradición nudista, muchas de ellas prácticamente vírgenes. En los últimos años, estos espacios se han popularizado y los visitantes han descubierto uno de los secretos mejor guardados por la población catalana. El problema, más allá de la congestión, es la presencia de “textiles” en estos lugares. “Muchos nudistas han dejado de venir por la masificación. Hace años, si la gente veía que estábamos desnudos, se quitaba la ropa o se marchaba, pero ahora no ocurre, se quedan con bañador”, lamenta Segimon Rovira, presidente de la Federació Naturista-Nudista de Catalunya.
Los arenales remotos, sobre todo en agosto, brillan por su ausencia. Los turistas intentan buscar la postal perfecta en destinos menos conocidos, pero lo que consiguen es precisamente el efecto contrario. “La masificación no es ninguna novedad, pero se ha acentuado después de la pandemia, porque la gente empezó a valorar los sitios más apartados y creció el interés por las playas nudistas”, añade Rovira. Como consecuencia, las calas se han llenado de bañadores y el público habitual ha pasado a ser como una especie en peligro de extinción.
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