María Corina y “Casas Muertas” de Otero Silva, por @ArmandoMartini

María Corina y “Casas Muertas” de Otero Silva, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

Cuando llegó la revolución petrolera trajo consigo progreso económico, oportunidad de empleo y mejor calidad de vida. “Casas Muertas” cuenta la historia de un pueblo llamado Ortiz, Estado Guárico, en los llanos centrales de Venezuela, que fue abandonado por sus habitantes, en busca de un mejor porvenir en ciudades más prósperas y de mejores posibilidades. La novela ilustra cómo las poblaciones latinoamericanas fueron víctimas de un falso progreso y una modernización desigual. Equivalente a la Venezuela de hoy, que, al contrario, huye por miseria y escapa de la indigencia, se fuga atormentada del engaño resentido, y, sometida por acomplejados, se disgrega aterrada del socialismo castrante y saqueador.  

El relato describe solidario dos aspectos: uno lleno de vida, alegría, recuerdo de sus habitantes más antiguos, y otro moribundo en la piel de la protagonista; conectando episodios del pasado que se intercalan con el ocaso presente. Distingue con maestría emociones como tristeza, soledad, nostalgia, decadencia; retrato dramático de un lugar al borde de la desaparición debido a la desolación y muerte causada por el caudillismo, deshonras que ofenden, y dolencias humillantes de un martirio denigrante; destruyendo la confianza, ilusión y esperanza. La semblanza con la actualidad impacta, sorprende. Venezuela, es hoy por hoy, de muchas maneras esas casas muertas que bien narró Otero Silva.  

En la extensa y enredada América Latina surgen personalidades que dejan huella imborrable en la memoria, tanto en el ámbito político como cultural y literario. Figuras que se destacan por su intelecto, valentía, compromiso y lucha contra el infortunio. María Corina Machado y “Casas Muertas”, son en sus propias circunstancias y ámbitos un homenaje al espíritu de resistencia y desafío frente a situaciones difíciles. La líder contemporánea y la novela histórica, encarnan raigambre, solidez endógena y arraigo. Ella, conocida por su carácter valeroso, inquebrantable posición y enfoque opositor al régimen castro-chavista-madurista, enfrenta provocaciones y desafía intimidaciones, manteniéndose férrea en sus convicciones y determinación. Su estilo directo, sin anfibologías ni equívocos, ha sido tanto aplaudido como criticado. La mayoría la reconocen como genuina defensora de la libertad, promotora de la democracia y luchadora implacable por la vigencia de los Derechos Humanos, otros, los menos, la consideran radical, intransigente y divisiva. 





Ambos objetos de controversia y polarización, “Casas Muertas”, es un magnífico trabajo literario que quiere ennoblecer el talante de aguante y resistencia propio de los que encaran la tiranía. Crítica social y política que refleja la decadencia y corrupción en la sociedad de la época. Considerada una obra maestra de la literatura venezolana y latinoamericana, captura con fineza y sutil habilidad la esencia de la lucha contra la opresión, el desafuero y la injusticia. Al igual que María Corina aquí y ahora, la crónica enfrenta retos, obstáculos, trabas en su cruzada por la equidad y el cambio social.

La novela y el personaje comparten con dignidad la batalla contra el sistema ilegal, arbitrario, abusivo. Buscan incansables la justicia y transformación. No obstante, tienen sus diferencias. María Corina existe, es real y actual, mientras “Casas Muertas” es ficción en un contexto histórico específico. El testimonio de Miguel Otero Silva se centra en la sociedad de mediados del siglo XX; mientras que María Corina, trasciende ese período, y está en constante evolución respecto a los hechos políticos presentes.

Ella representa la más admirable grafía de beligerancia contra la adversidad. María Corina personifica tenacidad, constancia y coherencia de un líder moderno. “Casas Muertas” es una metáfora que se encapsula en la diatriba de una época pasada con una gran capacidad de reflejar cualquier otro tiempo de nuestra historia. Entrambos enfrentan polémica, desplantes y bravuconerías, pero su legado perdurará, cada uno a su manera, como símbolos de rectitud moral, integridad de principios y perseverancia frente a la cuita de América Latina.

Esta novela es una reflexión sobre la caída del ser humano y de las cosas que construye, donde la tradición y costumbre continúan, pero el entorno social, cultural, económico y político se maltrata y deteriora. ¿Es nuestro caso ahora? Un llamado de atención sobre cómo nuestras acciones contribuyen a la degradación y malestar, llevándolo incluso hasta el punto de la muerte. Encontrar la justicia ciega e imparcial, olvidar la impunidad conveniente y propiciar un cambio profundo, racional para evitar que Venezuela sea “Casas Muertas”. En manos de estadistas como María Corina está la solución del dilema: Morir o resurgir de la debacle de la tiranía.

@ArmandoMartini