Agricultura y cambio climático, por Fernando Camino Peñalver @fernandocaminop

Agricultura y cambio climático, por Fernando Camino Peñalver @fernandocaminop

En este año, como en los anteriores el desarrollo de la  actividad agrícola ha sido obstaculizado entre otros factores, por el desabastecimiento de combustibles y la falta del crédito agrícola. Ambos medios de producción  son indispensables para tener éxito en la labor agrícola, pecuaria y pesquera de nuestro país. Además, la venta de la producción se ha quedado casi sin mercado, debido a la competencia desleal favorecida por el contrabando, la importación libre de impuestos y la caída del consumo. 

Pero existe otro factor importante que gravita de forma negativa sobre la producción de alimentos. Se trata de la falta de preocupación, por parte del gobierno central, en el diseño y aplicación de políticas públicas, para prevenir y mitigar los efectos de los fenómenos meteorológicos generados por el cambio climático. Esta situación nos está impidiendo que  desarrollemos una agricultura sustentable y más productiva.

El gobierno central al parecer no está al tanto, o hace caso omiso, de los llamados de alerta que vienen haciendo, con precisión científica, varias instituciones académicas y  organizaciones de la sociedad civil, sobre las consecuencias negativas de los fenómenos meteorológicos producidos por el cambio climático. 





La amenaza de aumentos inusuales de temperatura, de lluvias excesivas en unas regiones y de prolongadas sequías en otras zonas, además de las perturbaciones generadas al ecosistema acuático, ameritan que el sector oficial tome medidas para la adaptación y la mitigación a estos fenómenos que están afectando la producción agrícola y la pesca. Sobre todo, en cultivos que son más sensibles como el maíz, las leguminosas y el cacao, así como la perturbación de los ciclos reproductores de las especies acuáticas y de los cambios de los procesos bioquímicos de la anatomía de muchas especies de moluscos.

En el aspecto social, la falta de planificación y de orientación por más de 20 años para la construcción de viviendas y el equipamiento en los centros poblados rurales, ha provocado y continúa provocando, el derrumbe de miles de viviendas y la destrucción de servicios públicos, arrasados por deslaves y por el crecimiento de ríos y quebradas.

El incumplimiento de los protocolos de mantenimiento de drenajes y la falta de nuevas obras de infraestructura civiles, han estado ocasionando la pérdida de cuantiosas inversiones en cientos de miles de hectáreas cultivadas y, en este ciclo, retardos en la siembra y pérdidas de superficies ya sembradas.

La mayoría de los daños por inundaciones en determinadas zonas del país, ha sido causado por la falta de dragado y por no haberse reparado y construido a tiempo, nuevos taludes en ríos, caños y en sistemas de riego, ocasionando de esta forma la pérdida de bienhechurías agrícolas y la muerte de miles de unidades animales. 

Además, la falta de construcción de nuevas obras viales y el abandono de las existentes, causan todos los años pérdidas de cosechas de todos los rubros de la producción agrícola y pecuaria. 

Por la gravedad y la urgencia que amerita la actual situación, se deben diseñar y aplicar medidas a corto y a largo plazo, para desarrollar un plan de construcción de nuevas obras, así como implementar el mantenimiento de la infraestructura social y de la producción en el medio rural, para evitar situaciones de desastres. De igual manera, se deben honrar los compromisos adquiridos, a nivel mundial, en materia de prevenir y mitigar los efectos de los fenómenos meteorológicos generados por el cambio climático. Así podremos mantener una agricultura sustentable y más productiva.