De la mansión de lujo a una cárcel llena de ratas: La caída del joven rey de las criptomonedas

De la mansión de lujo a una cárcel llena de ratas: La caída del joven rey de las criptomonedas

Samuel Bankman-Fried, al salir esposado y escoltado por la policía de la vista en el juzgado de Nassau que le denegó la libertad condicional. Foto: AUSTIN FERNANDER | Vídeo: REUTERS; EFE

 

Un trayecto de 27 kilómetros separa el exclusivo complejo residencial de Albany de la cárcel de Fox Hill, casi en los dos extremos de Nueva Providencia, la isla más poblada de las Bahamas. Entre ambos lugares, hay un mundo de distancia. El joven rey caído de las criptomonedas, Sam Bankman-Fried, ha pasado de la mansión de lujo donde llevaba una vida de excesos, drogas y poliamor con otros amigos y directivos de FTX —a costa del dinero de clientes e inversores estafados— a una cárcel en condiciones lamentables.

Por El País 





La única prisión de Bahamas sufre problemas de “hacinamiento, mala alimentación, saneamiento inadecuado y atención médica insuficiente”, con “celdas infestadas de ratas, gusanos e insectos”, según el último informe del Departamento de Estado sobre el país. El juez denegó a Bankman-Fried la libertad bajo fianza y deberá esperar allí hasta ser extraditado a Estados Unidos, donde el fiscal le acusa de ocho delitos que conllevan un máximo de 115 años de cárcel.

Sus padres, profesores de Derecho en Stanford, acudieron a la vista y se despidieron de él con un abrazo. Bankman-Fried se despide también de una vida de excesos financiados con los 8.000 millones de dólares (una cantidad similar en euros) supuestamente desviados de los clientes del mercado de criptodivisas FTX. Bankman-Fried y otros directivos usaron cientos de millones para comprar casas de lujo en Bahamas para ellos y los empleados. El fundador de la firma vivía en una gran mansión junto con otros veinteañeros amigos y a la vez directivos del grupo. Sus padres disfrutaban de otra casa en la isla, pagada también por la empresa, que compró decenas de viviendas para sus empleados.

No se privaban de nada. El Financial Times publicó que tras trasladar la sede de la compañía de Hong Kong a Bahamas el pasado año, los empleados descubrieron que allí no llegaba el reparto de Amazon. Contrataron un servicio privado de transporte aéreo, de forma que los envíos llegasen a Miami y, de ahí, a la isla.

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