El pasado 16 de agosto un fenómeno natural causó pánico entre los pobladores del municipio pesquero La Cañada de Urdaneta, en el estado Zulia. Dos trombas marinas ocasionaron que 365 casas quedaran afectadas, mientras que 11 familias lo perdieron todo en las parroquias Concepción y Chiquinquirá de esa jurisdicción.
Por Corresponsalía
Luego de un mes del trágico incidente, el equipo de La Patilla visitó a los moradores de La Cañada de Urdaneta, para constatar los avances en las reparaciones y cómo se sobrepusieron a este hecho, calificado por muchos en la zona como “el fin del mundo”.
“Vi volar el techo de mi casa”
Isidra León contó a La Patilla su dramática experiencia de ese 16 de agosto. Relató que el cielo comenzó a ponerse negro, aun cuando era de día. De repente la brisa fue muy fuerte e incesante, se levantó un polvorín enorme que les dificultaba ver, y en segundos empezó a llover. Las corrientes de vientos empezaron a levantar los techos, y los remolinos de arena y agua empezaron a llevarse todo lo que encontraban a su paso.
“¡Fue horrible! Gracias a Dios era de día, porque si es de noche, yo creo que muero infartada. Vi volar el techo de mi casa, las paredes empezaron a desplomarse, lo que ocasionó la ruptura de la cama y los colchones quedaron empapados de agua. Los lavamanos y pocetas fueron arrasados por la corriente de viento. Mi hijo Harry no camina, tiene una dificultad motora y cognitiva. Pensé que se iba a morir también, y salimos corriendo con él”.
Este relato se repitió en decenas de personas de la parroquia Chiquinquirá y Concepción. Las familias dijeron que tenían pocos enseres y lo perdieron todo.
Confesaron que es duro comenzar de cero y más aún por la terrible crisis en que está sumergida La Cañada de Urdaneta, donde en muchos hogares solo consumen una comida al día y repleta de carbohidratos, sin contar con lo que califican como la peor tragedia: la extorsión y el terror que causan las bandas delictivas que hacen vida en el municipio.
Vivir atemorizados
Isidra dijo que los días siguientes a las trombas marinas fueron terribles. Iniciaron la limpieza de la casa, sacaron los escombros. El pequeño Harry perdió el colchón donde dormía. Agradeció a una organización sin fines de lucro que visitó La Cañada para llevar alimentos y enseres, pues le regalaron una cama clínica y pañales para su hijo de 11 años de edad. Antes solo le colocaba ropa vieja, no tenía para los pañales.
“La alcaldía nos apoya actualmente con una bolsa de comida para todas las familias afectadas, mientras nos reponemos. Mi hijo y yo pasamos el día donde la vecina, porque mi casa quedó sin techo. La de ella por lo menos le quedó techo en una pieza. Lo poco que tenemos para comer, lo compartimos. Es muy fuerte lo que vivimos”, dijo.
Graciela Urdaneta también resultó severamente afectada. A un mes de la tragedia, dijo que no duerme tranquila, vive atemorizada y con la preocupación de cómo podrá reparar su casa que quedó devastada casi en su totalidad.
“La vida es irónica. La Cañada es una tierra del hampa, acá no las arreglamos como podemos. Desde que la `Chica´ (Nidia Atencio, actual alcaldesa) llegó al poder, por lo menos las calles están limpias y recogen la basura. A raíz de la tragedia, ONG, empresas privadas y la Gobernación del Zulia nos están regalando cosas, porque quedamos sin nada. Hasta ahora es que se acuerdan de La Cañada”.
Una ayuda para La Cañada
La legisladora Alejandra Barrientos dijo que desde el parlamento regional han iniciado una campaña de recolección de ropa, alimentos y medicamentos para los afectados.
“El gobernador Manuel Rosales estuvo acá los primeros días después del desastre de las trombas marinas desplegando el equipo de gobierno para la atención médica y psicológica para los afectados. Asimismo, donó a cada familia afectada recursos para que inicien las reparaciones de sus viviendas” acotó.
El diagnóstico de las familias afectadas arrojó que 67 recién nacidos están en condición de desnutrición y casi un centenar de niños están afectados psicológicamente por el episodio de la llegada de las dos trombas marinas.
“Los tres niveles de gobierno estamos trabajando en la ayuda a las familias afectadas. Muchas manos amigas han volteado la mirada a la situación en La Cañada de Urdaneta y estamos en la calle apoyando a la gente. Los niños desnutridos están recibiendo atención médica y leche. Dios seguirá apoyando y abriendo puertas”, destacó la alcaldesa Nidia Atencio.
Se esfuma la esperanza
Sin duda este evento natural apagó aún más la esperanza de progreso de quienes han sobrevivido y soportado lo que los mismos pobladores llaman como “el infierno de la Cañada de Urdaneta”.
Alrededor de 50 personas dejaron lo poco que tenían en sus casas, las abandonaron y emprendieron su rumbo hacia Maracaibo y San Francisco en busca de, por lo menos, un empleo.
Unos tuvieron la suerte de salir de La Cañada en transporte público; a otros les tocó caminar kilómetros y kilómetros, pues no contaban ni siquiera con 12 bolívares para el pasaje hasta el centro de Maracaibo.
El miedo recorre las casas
Este fenómeno natural puso a prueba la valentía de sus pobladores, la capacidad de los gobernantes y dejó al descubierto la indolencia de las mafias que sin ninguna contemplación devoran lo poco que tienen los pobladores de este municipio zuliano.
“Debido a lo numerosa de mi familia, me dieron dos bolsas de comida de la gobernación, y a los minutos el hampa tocó mi puerta para quitarme una”, dijo nervioso un señor que además imploró para que no revelara su nombre ni dirección.
Los entrevistados coincidieron en que a medida que pasan los días, se van olvidando de ellos, y vuelven a sentirse solos en sus penas.