William Anseume: Ucrania obliga al diálogo de Maduro

William Anseume: Ucrania obliga al diálogo de Maduro

La llegada de los representantes de los EEUU a Venezuela, luego de años largos de disenso, no es nada casual. Recordemos, por ejemplo, que el embajador James Story despacha desde Bogotá, desde una Colombia que dirime pronto sus elecciones con un resultado que se aventura no positivo para la libertad del continente.

La invasión de Ucrania, por parte del enloquecido ruso, coloca la economía venezolana, ya de por sí agonizante desde antes, en una más compleja y negativa posición. La “guerra” ha incrementado desmesuradamente el valor del petróleo, aquel del que Venezuela vivió por tantos años y ahora no puede siquiera esta, con aquel, aprovechar en algo las circunstancias.

Se impone el pragmatismo. De lado y lado. Venezuela tiene petróleo congelado y los EEUU necesitan ese petróleo. Maduro,por su parte, se encuentra urgido de dinero fresco, de levantamiento de sanciones como sea. Los EEUU son tan carentes de romanticismo trasnochado que en los años 50 no tuvieron piquiña alguna en ningún lado para insuflar La Internacional de las Espadas. En nada le importaron entonces los derechos humanos ni ningunos otros. Era su interés contener tranquilos a los habitantes de su “patio trasero”.





De ese modo, Maduro se olvida del soplón -como finalmente quedó- de su “diplomático” Saab como excusa malcriada. Y Biden tanto como su camarilla, incluido Story, desde luego, hacen caso omiso de sus compromisos con Guaidó. Se inclina abiertamente al G4-G3. Le conviene más que nada y que nunca la negociación. No le importará por gasolina, por petróleo, si hay elecciones libres u otro simulacro ficticio. No le importará preso político alguno. Tampoco el informe continuo -ni el reultado- de la CPI, ni los de la ONU.

Tal vez quede en pie, acaso, la Asamblea Nacional, que una vez más intentan arrebatarle a Guaidó -esta semana no hubo sesión siquiera. La oposición desmigajada no encuentra todavía asidero -pareciera ni buscarlo. Interesante el panorama. El resultado será el más favorable a los EEUU. De nuestra actuación como sociedad dependerá que sea también el más favorable para el país y no solamente para los grupitos negociantes de la política en procura simplemente económica. El romanticismo quedó para el siglo XIX.