La pareja que tenía un as en la manga para frenar el coronavirus

La pareja que tenía un as en la manga para frenar el coronavirus

Empleados de la empresa alemana BioNTech trabajan en la fabricación del ARN de la vacuna contra la covid-19, en marzo de 2021.
THOMAS LOHNES (AFP VIA GETTY IMAGES)

 

U?ur y Özlem tenían un as bajo la manga, por el que habían apostado su prestigio profesional [desde su laboratorio, BioNTech]. Con él esperaban revolucionar el modo de tratar los cánceres. Creían que, si se aprovechaba correctamente, podría incluso parar brotes de enfermedades infecciosas y, además, en un tiempo récord. Su gran baza era una microscópica e impopular molécula conocida como ARN. El primer encuentro de la pareja con esta forma de ARN, que significa “ácido ribonucleico”, fue casi tan fortuito como el suyo propio. U?ur y Özlem nacieron en la década de 1960 y sus padres fueron algunos de los turcos que marcharon a Alemania Occidental después de que el Gobierno firmara un acuerdo de inmigración con Ankara para impulsar su dilapidada fuerza laboral de la posguerra. Crecieron a 240 kilómetros de distancia y siguieron unos caminos similares que acabarían convergiendo como en un cuento de hadas.

Por: El País





Mientras su padre trabajaba en la fábrica de automóviles de Ford en Colonia, U?ur, el mayor de dos hermanos, devoraba documentales de divulgación científica en televisión. También leía revistas en inglés como Scientific American y le impresionaban la complejidad del sistema inmune. Deseaba saber más, pero no era una tarea fácil. “No teníamos Google, así que cada vez que mi madre y yo íbamos a la ciudad, me pasaba por la librería”. U?ur, además, tenía una buena relación con un amable bibliotecario que le encargaba libros nuevos de ciencia y matemáticas. “También quise siempre ser médico”, dice. Recuerda que una tía suya de Turquía padecía cáncer de mama y que la enfermedad lo desconcertaba. “Ya incluso de pequeño me costaba entender que las personas con cáncer pareciesen sanas a pesar de padecer una enfermedad terminal”. Los adultos parecían resignarse a esta realidad, pero a U?ur le provocaba un sentido de urgencia. Sin duda, algo se podría hacer.

A tres horas en coche al norte de Colonia, el padre de Özlem, un cirujano entusiasmado por la tecnología y la ciencia, desempeñó un papel más directo en la educación médica temprana de su progenie. Había ido a Alemania dos años antes del nacimiento de Özlem para evitar que su Gobierno lo enviara a ejercer de médico en la región turca de mayoría kurda, donde las tensiones sectarias iban en aumento. Como no se había formado en el país, su destino dependía del capricho de las Ärztekammern [Colegios de Médicos] de Alemania. La familia de Özlem fue a parar a Lastrup, una localidad de la Baja Sajonia rodeada de granjas, donde su padre era el único médico del hospital local. Esta institución, que antes había sido un convento católico, estaba atendida por monjas. “Mi padre era el único hombre, el único médico, turco y musulmán”, recuerda Özlem. (…)

Ya desde adolescente U?ur sabía que quería combinar la investigación y la experiencia. En la Universidad de Colonia siguió ese camino académico, y combinó una licenciatura en Medicina con un doctorado en Inmunoterapia. Dos años más tarde, cuando Özlem se graduó en el instituto, tomó un camino casi idéntico en la Universidad del Sarre, donde estudió para doctorarse en Medicina mientras hacía prácticas de biología molecular en el laboratorio. Por casualidad, U?ur también fue pronto a parar al Sarre, donde trabajó como interino en el Hospital Universitario de Hamburgo.

Puedes leer la nota completa en El País