Así es como el Covid-19 puede dañar los cinco sentidos

Así es como el Covid-19 puede dañar los cinco sentidos

Muchas personas que padecieron COVID-19 manifestaron tener problemas con su visión (Getty)

 

Suele decirse que las personas no valoran lo que tienen hasta que lo pierden. Aplica a un amor, a una situación económica, un trabajo. Y desde el inicio de la pandemia por COVID-19, a cuestiones tan simples -y tan complejas- como sentir el aroma a una flor o el sabor a una rica comida.

Por infobae.com

Es que uno de los síntomas que caracterizan al cuadro viral desencadenado por la infección por SARS-CoV-2 es la pérdida del olfato y del gusto, que algunos recuperan una vez superada la enfermedad, mientras que otros deben recurrir a especialistas para su rehabilitación.

Sin embargo, nuevos estudios aportan evidencia acerca de que una infección causada por el nuevo coronavirus también puede afectar la vista, el oído y el tacto, según publicó National Geographic. Al parecer, a corto y largo plazo, este virus puede afectar todas las formas en que se percibe e interactúa con el mundo.

En opinión de la profesora de neurología en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York Jennifer Frontera, “aunque no pone en peligro la vida, es desarmador perder cualquiera de estos sentidos, especialmente tan repentinamente como sucede en el contexto de esta infección”.

A continuación, un detalle de lo que hasta ahora se sabe que causa el COVID-19 en cada uno de los cinco sentidos.

Problemas de audición

Con cualquier infección viral, puede tener una disfunción de la trompa de Eustaquio, lo que puede provocar la acumulación de líquido en el oído medio

 

Muchas personas que se recuperaron del COVID-19 continuaron experimentando alguna pérdida auditiva. En la edición de marzo del International Journal of Audiology, los investigadores revisaron estudios de casos publicados y otros informes de síntomas de COVID-19, y estiman que la pérdida de audición ocurrió en aproximadamente el 8% de los pacientes que habían tenido COVID. En tanto, alrededor del 15% desarrolló tinnitus, esto es, la presencia de un silbido o zumbido en uno o ambos oídos que puede ser constante o ir y venir, a menudo asociado con la pérdida de audición.

Si bien los mecanismos de por qué ocurre esto no se comprenden completamente, los expertos sospechan que la enfermedad puede afectar la trompa de Eustaquio, que conecta el oído medio con la garganta. “Con cualquier infección viral, puede tener una disfunción de la trompa de Eustaquio, lo que puede provocar la acumulación de líquido en el oído medio; esto actúa como un amortiguador mecánico en el tímpano”, explicó Elias Michaelides, profesor asociado de otorrinolaringología en la Universidad de Rush Medical Center en Chicago.

Así, pese a que en la mayoría de las enfermedades, una vez que alguien se recupera la trompa de Eustaquio drena y la audición vuelve a la normalidad, el proceso podría llevar un par de semanas. Mientras tanto, Michaelides recomendó “tomar un descongestionante oral y usar un aerosol de esteroides nasales puede ayudar a acelerar el drenaje”.

Ahora, si el virus daña las neuronas sensoriales del oído interno o la cóclea, puede ocurrir una pérdida auditiva repentina y puede ser permanente. No está claro exactamente cómo ocurre este daño nervioso, aunque puede tener que ver con la capacidad del COVID-19 para desencadenar una cascada de efectos inflamatorios conocida como tormenta de citoquinas y daño a los vasos sanguíneos pequeños.

Thomas Roland Jr. es presidente del departamento de otorrinolaringología, cirugía de cabeza y cuello en NYU Langone Health y consideró que “el oído interno es un órgano muy delicado y muy susceptible a problemas microvasculares e inflamación, por lo que no es sorprendente que la gente haya experimentado pérdida de audición o tinnitus relacionados con COVID”.

Vista borrosa

“Definitivamente hay una carga viral en el ojo que causa síntomas, pero eso no significa que necesariamente cause enfermedades a largo plazo en la vista” (Getty)

 

Asimismo, otras personas que padecieron COVID-19 manifestaron tener problemas con su visión. Un estudio publicado el año pasado en BMJ Open Ophthalmology encontró que la sensibilidad a la luz, los ojos doloridos y la visión borrosa se encuentran entre los trastornos oculares más comunes que experimentan los pacientes. Y en un estudio en el que participaron 400 pacientes con COVID-19 que fueron hospitalizados, los investigadores encontraron que el 10% tenía trastornos oculares, como conjuntivitis, cambios en la visión e irritación ocular.

“Definitivamente hay una carga viral en el ojo que causa síntomas, pero eso no significa que necesariamente cause enfermedades a largo plazo en la vista”, destacó el coautor del estudio Shahzad I. Mian, profesor de oftalmología y ciencias visuales en la Facultad de Medicina de la Universidad de Michigan.

Aún así, según explicó Julia A. Haller, oftalmóloga en jefe del Wills Eye Hospital en Filadelfia, algunos médicos están descubriendo que el virus SARS-CoV-2 puede aumentar el riesgo de coágulos sanguíneos en todo el cuerpo, incluso en los vasos sanguíneos de la retina, lo que puede causar visión borrosa o algún grado de pérdida de la visión.

Hormigueo y entumecimiento que afectan el tacto

“En la mayoría de los casos, el entumecimiento y el hormigueo mejoran con el tiempo”

 

El sentido del tacto de una persona también puede verse afectado por una infección por coronavirus, ya que se demostró que la enfermedad causa síntomas neurológicos persistentes.

En un estudio publicado en mayo de este año, los investigadores evaluaron a 100 personas que no fueron hospitalizadas por COVID-19 pero que tenían síntomas continuos, y hallaron que el 60% tenía entumecimiento y hormigueo de seis a nueve meses después del inicio de su enfermedad. A veces, estos síntomas se extendieron por todo el cuerpo; en otros casos, se localizaron en manos y pies.

Los mecanismos exactos por los que ocurren estos síntomas no se comprenden bien, pero lo más probable es que se relacionen con la inflamación local y la infección local con el virus COVID-19 en los nervios, en opinión de Igor Koralnik, profesor de neurología en la Facultad de Medicina de Northwestern Feinberg y director de la División de Enfermedades Neuroinfecciosas y Neurología Global del Northwestern Memorial Hospital de Chicago.

“En la mayoría de los casos, el entumecimiento y el hormigueo mejoran con el tiempo”, señaló el especialista, aunque resaltó que “cada paciente va a su propio ritmo”.

Los más conocidos: pérdida del olfato y el gusto

La pérdida del sentido del gusto por lo general va de la mano con la pérdida del olfato, ya que el olfato, además, da el 80% del sabor (Getty)

 

Quizás el efecto más reconocible que tiene el COVID-19 en los sentidos es lo que se conoce como anosmia (pérdida del olfato) y ageusia (pérdida del gusto).

La pérdida del olfato inducida por un virus existía mucho antes de que el mundo escuchara de la existencia del COVID-19, pero el porcentaje de personas que experimentan una disfunción o pérdida del olfato es mucho mayor con este virus que con otros tipos de infecciones, según los expertos. Una revisión de estudios publicados en 2020 encontró que de 8.000 sujetos con COVID-19 confirmado, el 41% experimentó problemas con el olfato y el 38% informó problemas con el gusto. Cuando las personas que contraen COVID-19 pierden el sentido del olfato, lo hacen en todos los ámbitos, no sólo con un tipo de olor.

En términos generales, existen dos tipos principales de pérdida del olfato. La pérdida de olor por conducción puede ocurrir cuando la congestión u obstrucción nasal evita que las moléculas de olor pasen a la cavidad nasal, y la pérdida del olfato neurosensorial, que implica daño o disfunción de las neuronas olfativas. Todo indica que esta última es la que ocurre en quienes padecen COVID-19.

“Con COVID-19, la mayoría de las personas no tienen muchos síntomas nasales y, sin embargo, la pérdida del olfato puede ser bastante grave”, señaló Justin Turner, profesor asociado de otorrinolaringología-cirugía de cabeza y cuello en el Centro Médico de la Universidad de Vanderbilt y director de el Vanderbilt Smell and Taste Center. “Creemos que esto se debe al daño a las células sustentaculares que viven en la nariz y son particularmente susceptibles a la infección por el virus”, enfatizó.

Y tras explicar que “a medida que las personas se recuperan del COVID-19, las células en regeneración pueden entrar en acción y producir nuevas neuronas funcionales”, Turner sostuvo que “esto permite a la mayoría de las personas recuperar el sentido del olfato de seis a ocho semanas después de la infección, pero no todos lo hacen”. “En ese momento, los médicos pueden recetar esteroides sistémicos o tópicos y, a veces, acondicionamiento del olor, lo que implica la exposición repetida a aceites esenciales que tienen diferentes aromas. Es como el equivalente olfativo de la fisioterapia”, precisó.

La pérdida del sentido del gusto por lo general va de la mano con la pérdida del olfato, ya que el olfato, además, da el 80% del sabor, por lo que el paciente puede referir también que tiene alterada la percepción del sabor de las comidas o las bebidas.

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