Guido Sosola: Érase Rómulo

Guido Sosola: Érase Rómulo

 

Se puede escribir y mucho sobre Betancourt y, aún más, en torno a quienes escribieron sobre él, después de haberlo denigrado. Circunstancias éstas que los honran, porque – e un modo u otro – lo fustigaron políticamente, pero – historiadores serios, al fin y al cabo – Germán Carrera Damas y Manuel Caballero lo hicieron objeto de una reflexión muy sobria.





Al darle un vistazo a la prensa de la época, entusiastas del proceso cubano trastocado en monumental estafa e indecible crimen, desplegaron una línea intransigente de oposición y tuvieron la fortuna de seguir escribiendo y opinando, como tantos otros. En la madurez, no fue favor alguno la reivindicación crítica que hicieron del guatireño.

En un nuevo aniversario de Acción Democrática, es inevitable recordarlo. Sobre todo, porque hoy no se hubiera entendido – por ejemplo – doblándose para no partirse, según la prédica. En los cincuenta, como en otros momentos extendidos, se vio a salir del país y sobrevivir como podía, ora con una frutería, ora percibiendo los honorarios por el libro que había escrito y publicado.

Libro que, además, como lo refirió Omar Astorga, modeló a un país. Y, aunque ya “Venezuela, política y petróleo” (1956), ha de ser superado, arraigado en la mentalidad de la dirigencia promedio del país, aunque no lo sepan, ha de dar paso a otra visión y propuesta de país que requiere del concurso y del talento de quienes atreven o atrevan a repensarlo audazmente.

Nadie podrá argüir que la presente, es una nota de filobetancurista. Érase de un conductor insobornable que logró mantener a flote la embarcación, en medio de golpes de Estado y de una insurrección armada y financiada desde La Habana.