El relajo gasolinero del castrismo iraní, por @ArmandoMartini

El relajo gasolinero del castrismo iraní, por @ArmandoMartini

Armando Martini Pietri @ArmandoMartini

 

Comenzó el relajo en la distribución gasolinera castro-iraní. Después que el régimen hizo intentos para convencer de su eficiencia en resolver problemas, vencer dificultades, generar bienestar y prosperidad a un pueblo que cree consolidar en castro socialismo a través de una revolución bolivariana mentirosa e infame.

Ahora nos preparamos para soportar la segunda semana de la denigrante ignominia de colas insufribles, asechanza perversa para conseguir la limosna subsidiada. Los conductores esperan horas y días adormilados, agotados, humillados, orinando en patos y botellas de agua, expuestos al hampa, conociendo sólo la resignada -a veces indignada- solidaridad de camaradas con tanques vacíos.

La ridícula y manipulada epopeya heroica sobre el arribo de embarcaciones iraníes, concluyó enarbolando una bandera no de quienes nos regalaron sino vendieron a costo de mercado; en consecuencia, se produce un aumento al venezolano que la hace más costosa del mundo, poniendo fin oficial a la Venezuela petrolera. Y, por si fuera poco, inventaron un sistema de entrega garantizando a sus socios delincuentes la escasez y el bachaqueo.

El mismo cuento de siempre, igual al de Chávez que tenía carisma y dinero, con Maduro sin riqueza, pero iguales de falsarios. Pero ni Xi Jinping, Putin, Hasán Rouhaní, mucho menos los habaneros hacen milagros, aunque lo prometan a un pueblo incrédulo, desconfiado, y además harto, que compite con Yemen, Haití y otros desastrados de la Tierra en hambre y desolación. Demás está decirlo, parte de la gasolina iraní se va a Cuba, así lo refleja la agencia especialista en el mercado petrolero, Argus.

Se aseguró surtido de estaciones, pero muchas ni siquiera abrieron, la ciudadanía no entendió, la policía no comprendió el precio, colas inmensas, lentas, desordenadas y el régimen demostró, una vez más, lo que ni sabe ni aprende a hacer: organizarse y organizar.

Diseñaron un plan que, por lo visto y escuchado, marcha como el país y el Covid-19, de mal en peor, desconcierto, vigilancia castrense/policial no para que el programa se ejecute sino para reprimir a los que reclamen, hagan protestas, y por supuesto, con la adecuada propina de los que soliciten ser coleados.

No están todas las bombas surtidas, se incumple lo ofrecido. La agonía ciudadana sigue latente. Interminables colas se han convertido en rutina diaria, además de la incertidumbre de saber si llenarán o no. El ciudadano se pregunta cómo será el mecanismo de pago. No se cumple el horario de apertura, cierran anticipadamente, venden fuera de horario, cambian sin previo aviso el precio de subsidiado a dolarizado, no cumplen el plan “pico y placa”, no disponen del sistema biopago, limitan a criterio la cantidad de litros permitidos, obligan a pagar con dólares en efectivo, no cumplen con el distanciamiento social, reponen tardíamente el combustible, y, finalmente, los rumores de que la gasolina iraní es de muy baja calidad y se evapora con rapidez. ¡La vaina es un caos!

Sin embargo, pendejos voceros del régimen aplauden rabiosos el nuevo esquema de cobro y la catalogan como “victoria” de la revolución bolivariana, mientras en la práctica los ciudadanos deben enfrentar las miserias de la incomodidad, desdichas e infortunios del insuficiente e inútil castrismo socialista venezolano.

Pensarán que para militares y jefes políticos está asegurada, sin el tedioso esfuerzo; que al pueblo sin carro poco le importa ese problema de escuálidos, como algunos funcionarios chavistas ciegos y encerrados en sus propias celdas, han asegurado, como si ese mismo pueblo no utilizara vehículos de transporte para desplazarse.

Olvidan ministros maduristas que el combustible no es sólo para llevar y traer contrarios ni para los autobuses rojos, equipos militares rusos y chinos. Los combustibles, gasolina y diésel, mueven al país. Transportan ciudadanos, llevan alimentos vegetales, animales a los centros de acopio y distribución, comercializan alimentos procesados, nacionales o importados, colocándolos en los centros al detal hasta el más humilde tarantín barrio adentro.

Todos saben que si no hay gasolina es por culpa del régimen, aunque algunos ignorantes y enceguecidos justifiquen que las refinerías no funcionan y chavistas militantes sigan levantando las desgastadas, nada creíbles banderas de la guerra y bloqueo económico. No se puede ocultar que la industria petrolera fue arruinada, dejada caer a propósito como política del Estado castrista. La economía fue deshilachada entre errores, torpezas y alardes. La salud estornuda y tose sin parar, los servicios públicos simplemente no funcionan, ninguno.

La falta de combustible, combinada con soledad y angustia de cuarentena y pandemia, cortes de luz, sin agua, caídas de Internet, hambre, pobreza, delincuencia, desorden total, no son errores venezolanos sino sintomatología clara de necedad, ineptitud, ignorancia y rapacería comunista. Lo de “chavismo” y “revolución” no es más que parte de la colección de máscaras para disfrazar a los delincuentes aferrados al poder.

Síntomas de la verdadera enfermedad.

@ArmandoMartini

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