Los crímenes del holocausto tropical, por Luis Velázquez Alvaray

Los crímenes del holocausto tropical, por Luis Velázquez Alvaray

 

Todavía no se sabe a ciencia cierta, cuantos en realidad fueron los crímenes del nazismo. Cada vez que se investiga lo horrible se agiganta.





Los centros de prisiones en el holocausto de esta tiranía, están llenos de sangre y lágrimas inocentes.

Los sanguinarios, comenzando por el tirano mayor, exterminan a diario. Oponerse a esta banda de criminales ha costado la vida a miles de Venezolanos, niños, ancianos. Mención aparte, las mazmorras del crimen donde ayer fue asesinado otro venezolano inocente, acusado falsamente, de supuestos golpes de Estado, que es la receta cubana y rusa para salir de los opositores.

En las instalaciones carcelarias diseñadas para matar, cada segundo es un siglo. No importa asesinar, después vienen las explicaciones inverosímiles, como que un preso fuertemente vigilado se lanzó de un décimo piso: caso Alban. O el de Oscar Pérez, donde claramente se pudo observar cómo eran siquitrillados él y sus acompañantes, en una verdadera carnicería humana.

El último crimen hace pocas horas fue el del Capitán de corbeta Rafael Acosta Arévalo, perteneciente a esa fuerza armada nacional cuyos jerarcas, no solo aceptan estas atrocidades contra muchos de sus miembros, sino que algunos participan de ellos, como el asesino serial que dirige el terrorífico Sebin y al que la justicia debe alcanzar, junto a sus jefes plenamente identificados.

Es increíble como los numerosos militares que conforman la fuerza armada, no impongan su derecho constitucional a no aceptar a esta pandilla de buitres, a levantarse por la justicia, que es lo mínimo que deberían hacer.

El infame tiranuelo masacra a sus anchas, masacra un país entero y se burla con falsas investigaciones, que todo el mundo sabe que solo podrán realizarse cuando surjan las fuerzas de la libertad.

Si alguien tiene dudas, ninguna tiranía sale por las buenas. Con los tiranos no se habla. Este es un cartel de desalmados, como toda mafia terrible. Solo les importa su vida, son monstruos feroces, chacales, formados para eso, para matar.

La única manera es impulsar el artículo 187- 11 y que los ejércitos del mundo ayuden a restituir la democracia y detener el terror totalitario que hoy deja otro mártir, perteneciente a la fuerza armada nacional, cuyas élites se hacen las sordas y las mudas, como si no fuera con ellos. Su silencio los arrojara pronto a las aguas turbulentas de ese rio asesino que es el régimen.