La crisis venezolana apenas comienza, por Juan David Escobar Valencia

La crisis venezolana apenas comienza, por Juan David Escobar Valencia

 

La necesaria caída del dictador Maduro no sería el fin sino el inicio de la crisis venezolana, y el regreso de la democracia no será inmediato, pues mucho dependerá de cómo se resuelvan al menos cinco negociaciones que deberían estar sincronizadas, tres de ellas secretas y en marcha, y dos probablemente sin iniciar.

Por Juan David Escobar Valencia

Si el fracaso anunciado de la negociación con Corea del Norte no incentiva al gobierno Trump a intervenir militarmente en Venezuela, la opción sería una negociación con la cúpula de las fuerzas armadas, usando la receta “Farc-Santos®”, en la que el narcocartel renuncia al poder a cambio de garantías de impunidad judicial y de sus fortunas. Otra negociación será con China, que parece ser la más adelantada; la negociación con Rusia, tiene más aristas que la de los chinos; otra muy incierta, con los colectivos paramilitares bolivarianos; y finalmente la negociación entre las facciones de la oposición, más compleja de lo que se cree, pues muchos olvidan, por pensar con el deseo, que Guaidó, un joven sin duda valiente y comprometido, no sería la solución política de Venezuela. Este jovencito está siendo sobrestimado por los demás países, pero él probablemente solo sea una solución transitoria cuando caiga la dictadura. En la oposición, ni siquiera el jefe político de Guaidó, estaría pensando en él como el próximo presidente, a menos que les sea impuesto por EE. UU.

Si todo esto se concretara, lo difícil apenas comienza, pues entrará Venezuela en una fase tortuosa de rehabilitación de la democracia y de las instituciones, estas últimas las más difíciles de restablecer.

La recuperación económica también sería lenta. Si todas las fuerzas, factores y actores se alinearan correctamente y sin fallos, y esto es casi ciencia ficción, la estabilidad alimentaria tardaría al menos 3 años. La clase empresarial se fue del país, la infraestructura y la capacidad productiva están colapsando, está enquistada una tradición popular de subsidios y la “cultura de pago” en Venezuela desapareció, y eso en ocasiones se restituye más lentamente que el aparato productivo. Restablecer el millón de barriles que dejan de producirse diariamente, cosa que no le conviene a Rusia, podría tomarse hasta 5 años, solo si otra alineación planetaria sucede.

Además de los aterradores efectos para el futuro de Venezuela que implicará una generación que creció desnutrida y sin educación, las nubes se oscurecen mientras más lejos se mira en el tiempo, por culpa de la dependencia del petróleo. Las enormes reservas de petróleo, que les permiten a los optimistas suponer que el futuro venezolano está asegurado, serían cada vez menos su salvación. La evolución de las formas de producción de hidrocarburos, así como el tipo de fuentes energéticas que se van a demandar, harían que sus reservas de petróleo superpesado y de baja calidad, con el correr del tiempo valgan cada día menos y tal vez ni siquiera lleguen a ser todas atractivas.

¡Ojalá me equivoque y todo salga bien y rápido!

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