La querencia unitaria, por Rafael Rodríguez Mudarra

La querencia unitaria, por Rafael Rodríguez Mudarra

thumbnailrafaelrodriguezmudarraConfiado en que para el año 2018 cuyo inicio comenzó a transcurrir, será la consagración de los buenos e imperiosos deseos hasta ahora no alcanzados; y con base a los desaciertos varios para el logro de la “voluntad unitaria” como deseo de urgencia imperativa, la cual no debemos entender como un juego de intereses para imponer satisfacciones de partidos hasta ahora conglomerados minoritarios de estimación electoral, con decisiones incongruentes y contradictoria sobre la base de propugnar una estrategia de “puridad” en la realización de las elecciones presidenciales, con adelantos de candidatos , que sin discusión de méritos; sin confrontación de adhesión no sopesados por la opinión pública, se tiene entendido, como una formula no consensuada , que nos lleva inexorablemente a caer en el juego, maniqueo, hechura de Nicolás Maduro para la continuidad de un “diálogo”, sin trascendencia de interés a la ciudadanía, argucia pregonada y materializada por este señor, para su perpetuación en el poder: “diálogo” cuyas bondades, sin querencia del sector mayoritariamente opositor, han sido justificadas por los oficiantes designados por la MUD, de alcance positivo, dado el hecho de la presencia de los “acompañantes internacionales”: tres por el gobierno; tres por la oposición, los que sin dudar de sus buenas intenciones, no pasarán de ser observadores; por lo que evidenciado la mayoría oficial y las condiciones de ventaja del sector gubernamental , sin paridad de votación; y sin persona neutral para garantizar decisiones honesta, nos hace sustentar el benéfico de la duda.

Todo lo dicho, sin que sea entendido como de no sinceras intenciones, sino como querencia del clamor popular, cual reclama consecuencia, seriedad, voluntad democrática y desinteresada para el cambio propuestos; hasta ahora frustrado por falta de una estrategia planificada de la restauración deseada , interpretada como obligación constitucional que impone al Estado para “ Garantizar a toda persona, conforme al principio de la progresividad y sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable , indivisible e interdependiente de los derechos humanos. Su respeto y garantía son obligaciones para los órganos del Poder Público…”

Con fundamento en que lo dicho es de buen augurio como creencia ciudadana; como deber patriótico y; en el supuesto que para este año 2018 los que actualmente se encuentran al mando de la dirección opositora, por fuerza de la acción revolucionaria como expresión dialéctica del sentir del pueblo sin discriminación, con libre determinación de su personalidad, en estado menesteroso, hambriento sin asistencia alguno de un gobierno infestado por funcionarios “ panzones ”como producto de riquezas súbitas”; y por qué no decirlo, sin dirección de conducción opositora como consecuencia de las incongruencias , resquemores que se suscitan en el laberinto de los que se han atribuido direcciones absolutas sin eficiencia de mando, deben darse cuenta que los venezolanos, como obedientes al legado de nuestros libertadores piden de manera resuelta a viva voz y con posturas evidentes a través de manifestaciones espontaneas como querencia de “salvación ciudadana ” una práctica unitaria, que disponga la conformación de una “Gran Convergencia Nacional” con asiento de la representación de la mayoría opositora del pueblo, con voluntad refrendaría para el cambio del gobierno autoritario ¡ harto perjudicial¡ que preside Nicolás Maduro.





Como colofón de lo expuesto, la dirección opositora, deficiente, con tendencia a mayor grado de seguirlo siendo, por posiciones no unitarias en lo que se ha llamado la MUD, sin disposición para su corrección de pronunciada deficiencia de orientación, debe considerar para su oficio, la obligación de concebir la moral y la ética como imprescindible para obtener la legitimidad direccional en razón de que la moral y la ética constituye una idea de corrección que viene implícita en el pensamiento de los que no se sienten dirigidos , por cuanto la política supone en su definición la búsqueda del “ Bien Común”.

No tener conciencia del efecto de destruir la posibilidad de la adherencia de las personas decentes, en estado calamitoso de mengua es más que un abuso, por ser parte constitutivo de la corrupción e incompatible con el sentimiento unitario desprovistos de subjetivismos necios e insensatos.

FELIZ AÑO PARA TODOS, sin excepción en particular.

Caracas 02 de enero 2018.

Rafael Rodríguez Mudarra, abogado, político, presidente de URD.rodríguiezmudarra@gmail.com