En 1859 en el comienzo de la guerra federal, se dio en Caracas una una batalla,hubo una encarnizada lucha desde la colina de El Calvario hasta la plaza de San Pablo en Caracas donde estaba la imagen del nazareno en la capilla del mismo nombre.
Este suceso que mantuvo, durante las cuatro horas que duraron los combates, en una terrible consternación a la ciudad de Caracas, dejando 60 muertos, muchos heridos y numerosos detenidos, fue dado a conocer por la tradición criolla como “La Sampablera”;
Tanto se usó el vocablo que hasta la Real Academia Española lo admitió en el diccionario como un venezolanismo que significa: pleito: disputa alboroto: desorden.
El uso popular de la expresión y el culto a la imagen que data de 1560 y está vinculada a Caracas y a la cual se le atribuyen con razón curaciones y hasta la sanación de la peste, unida a la tradición del “limonero del Señor” en el año 1597, obrando el milagro a los habitantes de Caracas.
El miércoles santo 12 de abril de este año, se formó en la Basílica de Santa Teresa una sampablera, suscitada por un grupo de adoradores del difunto Hugo Chávez, quienes en un acto de soberbia e irrespeto, pretendieron en el templo acallar la voz del Arzobispo Cardenal Jorge Urosa Sabino y recordar al comandante “eterno”. Un grupo que al igual que los para militares actúa como una suerte de para religiosos idolatras del difunto. La ignorancia y petulancia del grupo gobernante los hace pretender que Cristo, para nosotros Dios, es chavista, para ellos su dios, fetichismo vulgar, irreverente e incalificable.
A cada instante hablan de amor y dicen ser cristianos, marxistas, fidelistas, maoístas, bolivarianos y ahora partidarios de Manuel Piar, fusilado por Bolívar, cuando lo que son es bilongueros, paleros y practicantes de cultos satánicos. Hasta la India fue Maduro a reconocer a Sai Baba, como Dios en la tierra. Hay que entender que tienen un bodrio ideológico religioso, con el que quebraron en toda forma a Venezuela, especialmente en lo moral..
La pretensión de ser intérpretes de un dios forjado en la lujuria del poder, en sus retorcidas mentes, provoco la reacción de los feligreses y tuvieron que retirarse. Luego la represión y vandalismo con las que han actuado en los días santos, para ahogar en gases lacrimógenos, torturas y sangre las protestas, con el falaz argumento del respeto a la semana santa, cómo si el inicio de la independencia de Venezuela el 19 de abril de 1810, no hubiera sido un jueves santo.
Respecto al Nazareno es menester recordar que en 1880, el presidente Guzmán Blanco (dictador) demolió la capilla de San Pablo. El Nazareno de San Pablo tuvo una casa y la perdió y tuvo un patio y una tapia y un limonero y un portón, como lo recordó el poeta Andrés Eloy y siempre tuvo y tiene el fervor popular..
Ahora bien, la protesta general frente a ese hecho de la dictadura y el reclamo de su esposa, hizo que para enmendar su abuso, construyera la Basílica de Santa Teresa. Ese hecho detestable de destruir el templo de San Pablo fue enmendado. Empero, en nuestros días, lo exasperante es que en pleno siglo 21, ante la imagen del Nazareno, tras más de cuatro siglos de tradición, hayan armado una sampablera para poner a Chávez por encima de Cristo Dios verdadero y no se entiende de ¿que se ufanan del legado del comandante “eterno”? si la gente no tiene comida, ni agua, ni medicinas, ni seguridad y hasta nuestra fe religiosa nos la quieren quitar. Esta sampablera retrata de cuerpo entero el pensamiento enmarañado de Maduro, al punto que en el incidente de San Félix, no se le ocurrió mejor idea que decir el reclamo de la gente fue por “amor”.
Me permito ante tanto abuso y desfachatez intelectual, transcribir la oración al Nazareno con mi petición en esta hora aciaga de Venezuela:.
¡Oh Jesús Nazareno, Divino Redentor nuestro! En memoria de tu Pasión sacro santa te pido la concesión de que tu pueblo venezolano, recupere su libertad, los niños tengan alimento, medicinas a los enfermos y se acabe el poder de la maldad de quitarle la vida a la gente sin piedad, si conviene a tu mayor honra y gloria y bien de mi alma. Amén.