El fantasma de la recesión acecha a Cuba, tras la muerte de Fidel

El fantasma de la recesión acecha a Cuba, tras la muerte de Fidel

Personas en fila para rendir un tributo al fallecido líder cubano Fidel Castro en La Habana, nov 28, 2016. Miles de cubanos concurrían el lunes a los actos para despedir a Fidel Castro, que dejó con su muerte un vacío entre sus seguidores y una sensación de incertidumbre sobre la continuidad de las reformas económicas y el futuro de la relación con Estados Unidos en la isla que lideró por casi medio siglo.     REUTERS/Enrique De La Osa

REUTERS/Enrique De La Osa

 

Fidel Castro deja tras su muerte una Cuba que buscará impulsar las reformas económicas lideradas por su hermano, el presidente Raúl Castro, amenazadas hoy por el fantasma de una probable recesión en la que podría entrar la isla a causa de la crisis en Venezuela, que redujo sus envíos de crudo subsidiado. EFE.

En sus últimos años en el poder -del que se retiró en 2006-, Fidel solidificó una alianza político-económica con el también fallecido mandatario venezolano, Hugo Chávez, que garantizaba que a cambio de la exportación de servicios, Cuba recibiera desde 2003 unos 100.000 barriles diarios a precios preferenciales.





Esta cantidad se redujo en el primer semestre del año más de un 40 %, lo que provocó que el Gobierno cubano rebajara a un 1 % sus pronósticos de crecimiento en su PIB para 2016, una meta que continúa siendo ambiciosa para muchos analistas que advierten sobre una probable recesión en los próximos años.

Debido a que la isla solo produce el 40 % del petróleo que consume, esta nueva dificultad para lograr un suministro estable de combustible ha obligado al Gobierno cubano a contactar a aliados como Rusia, Argelia y Angola, en busca de nuevos socios comerciales.

Además, en un movimiento que a muchos ha recordado los oscuros momentos del “Periodo Especial” de los años noventa, la isla anunció un plan de ahorro energético en las empresas estatales y se revivieron algunos de los apagones frecuentes en esa época.

La economía siempre ha sido una de las asignaturas pendientes de la revolución cubana, que vio reducida sus expectativas de vida en la década de 1990 ante el derrumbe de la extinta URSS, de la que la isla dependía cerca de un 75 %.

Después de la caída del bloque comunista, Fidel Castro se vio obligado a abrir la isla al turismo internacional, a las inversiones extranjeras, al dólar y a las remesas, entre otras medidas, para evitar el desplome del sistema y lo condujo a un discreto renacer, cuando muchos predecían su fin inmediato.

Después de su salida del poder, Fidel asistió como espectador a la puesta en marcha de unas reformas económicas, lideradas por su hermano, que buscan “actualizar” el modelo y prevenir la asfixia económica, que ni el turismo ni la alianza estratégica con Venezuela ha podido aliviar.

En busca de capital foráneo, se aprobó en 2014 una nueva ley de inversión extranjera y se presentó por primera vez una cartera de negocios, que luego de ser actualizada en dos ocasiones, ofrece hoy 395 proyectos por valor de 9.500 millones de dólares, en sectores estratégicos como turismo, petróleo, agroalimentación y energía.

Sin embargo, como parte de esta apertura, controlada y demasiado lenta, según datos oficiales solo se han aprobado 83 proyectos por valor de 1.300 millones de dólares, muy por debajo de las necesidades de la isla.

De igual forma, en el proyecto estrella del Gobierno cubano, la Zona Especial de Desarrollo del Mariel -un centro empresarial y puerto mercante- solo le ha dado el visto bueno a 19 proyectos empresariales y siete empresas han iniciado sus actividades.

En medio de un escenario que implica además un auge de negocios privados y el reconocimiento de la existencia de pymes “cuentapropistas” en el país, el Gobierno cubano tiene sus esperanzas puestas en el turismo, que ha experimentado un “boom” tras el inicio del deshielo con EE.UU. en diciembre de 2014, con pronósticos que auguran superar el récord de 3,7 millones de visitantes extranjeros este año.

Precisamente al calor de las nuevas relaciones con Estados Unidos, se dispararon las expectativas de una aceleración en las reformas “raulistas” impulsada por las flexibilizaciones al embargo estadounidense, promovidas por el presidente Barack Obama, artífice junto a Raúl Castro de este acercamiento tras 50 de enemistad.

No obstante, la elección como presidente de Donald Trump, quien dedicó duras palabras hacia Fidel Castro tras su muerte, hace peligrar el delicado equilibrio logrado tras años de negociaciones y podrían malograr también las relaciones comerciales y económicas entre ambos países.