Pero esto no es todo: PDVSA va a entregar una prima de 20,0% promedio para quienes participen en el canje. Es decir, si un inversionista tiene US$ 100.000 en bonos de 2017, al participar en el canje le entregarán US$ 120.000 de bonos de 2017, más 8,5% de interés en dólares más la garantía de CITGO. Por eso hablamos de un canje leonino para el país. Como resultado de esta operación la deuda financiera de PDVSA aumentará de US$ 5.325 millones hasta US$ 6.390 millones entre 2017 y 2020. A corto plazo, entre finales 2016 y noviembre de 2017 se alivia la maltrecha situación de caja de PDVSA, pero luego viene una especie de marejada de pagos que presionarán las finanzas de la empresa. Como ejemplo puede mencionarse que Petróleos Mexicanos (PEMEX) emitió un bono con vencimiento en 2020 y paga una tasa de interés de 3,5% sin dar ninguna garantía especial.
Tal vez lo más relevantes es preguntarse por qué llegamos a esta situación calamitosa después de haber generado PDVSA más de US$ 700.000 millones entre 1999 y 2015, más de lo que produjo Dubai, Emiratos o Kuwait. La explicación está en el manejo absolutamente irresponsable que hizo Rafael Ramírez en PDVSA, al endeudar masivamente a la empresa para financiar la fuga de capitales, especialmente después de 2004, lo que ha provocado que hoy la nación esté muy endeudada y otros se hayan enriquecido con ese endeudamiento. Hoy, en 2016, PDVSA produce 20,0% menos petróleo que en 1998, con una nómina que aumentó en 200,0% y un endeudamiento que pasó de US$ 10.000 millones a US$ 70.000 millones. Ya llegará la hora de ajustar las cuentas con Rafael Ramírez.