A Adrián Arturo Rico tropezar con un niño le costó la vida. No fue el padre, algún hermano mayor o cualquier familiar cercano quien le disparó en cuatro ocasiones hasta asesinarlo, fue el mismo menor, reseñó Panorama.
Por Jesús A. Rivero
El niño de 12 años sacó de su vestimenta el arma de fuego para cobrar con sangre lo que consideró una afrenta.
“El Willy”, como lo identificaron familiares y allegados de la víctima, ya es señalado como miembro de una de las bandas de criminales que azota al barrio Integración Comunal, en la parroquia Luis Hurtado Higuera, al suroeste de Maracaibo.
Al igual que en la capital del Zulia, las organizaciones delictivas de la Costa Oriental del Lago, “comienzan a captar niños entre ocho y nueve años para ‘reclutarlos’, una especie de formación temprana para delinquir”, advierte el supervisor jefe Wilfredo Pirona, jefe del Centro de Operaciones Policiales de Polilagunillas.
Con 20 años de experiencia en los cuerpos policiales de la COL, Pirona establece los inicios delictivos infantiles: “Primero, los atraen con regalos, para crearles curiosidad, desde un juego de video hasta dinero, luego los utilizan para llevar ‘encargos’, con los que ganan más dinero, hasta que el niño es envuelto por completo dentro de la banda”.
“A esa edad —refiere— los niños no saben lo que es bueno o malo, algunos carecen de la orientación familiar lo que facilita ser atraidos por los delincuentes, ya sean cerca de su casa o escuela.
Para Luceida Gil, defensora estudiantil del municipio Cabimas, “los centros educativos son los principales focos de atención para quienes captan delincuencia en potencia. Incluso hemos detectado adolescentes que cursan cuarto y quinto año de bachaillerato, encargados del reclutamiento de los niños de primer año o sexto grado, bajo la ilusión de ganar dinero fácil en poco tiempo”, revela la orientadora.
Dentro de las organizaciones delictivas el poder o el “ascenso” se gana a fuerza, en donde la droga y el alcohol son compañeros estimulantes: “Llegan a creerse invencibles”, reconoce Pirona, lo que los hace aún más temerarios y peligrosos.
De acuerdo con la información aportada por una fuente del Cicpc en el Zulia, los menores son usados en delitos que van desde el microtráfico de drogas hasta el ocultamiento de armas de fuego, ya sea en sus morrales o sus casas.
El pasado lunes, un adolescente de 15 años fue retenido en el municipio Valmore Rodríguez, en la Costa Oriental del Lago, al ser denunciado por compañeros de clase y docentes al portar un facsímil de arma de fuego dentro del morral durante las horas de clase, lo que para el abogado y criminólogo Mario Douglas Serrano, presidente de la ONG Justicia Ciudadana, en la COL, “evidencia un incremento grave de la participación de niños y jóvenes en actos delictivos”.
“Estamos ante una situación grave y delicada, en la que los niños y adolescentes asumen conductas delictivas, incluso, bajo la mirada complaciente de padres o cuidadores…”
A su juicio, existen factores propios de la crianza del menor “como la ausencia del padre o la madre que sirvan de modelos rectores de su comportamiento, lo que lleva al niño a seguir roles sociales incorrectos manejados por delincuentes bajo la premisa de obtener beneficios como un par de zapatos, un celular o un automóvil”.
Más allá del acto delincuencial, Serrano increpa los motivos de la conducta: “La situación económica, la falta de valores y de una guía moral o espiritual atentan contra una generación que arroparon y sobrepasaron cualquier esfuerzo gubernamental de protección para esta población”.
Gonzalo Maneiro, del comité de Seguridad del consejo comunal de Barrancas, en el municipio Santa Rita, coincide con el abogado: “De nada vale que organicemos juegos de fútbol, charlas en escuelas o actos culturales cuando el niño es atraído por alguien que le ofrece 300 bolívares por ‘cantar la zona’ al momento de robar una batería y al llegar a su casa sus padres no le cuestionan el origen del dinero o, peor aún, celebran su participación en el hecho”, critica.
Los especialistas coinciden en que la falta de castigos ejemplares es otra de las aristas a revisar: “Cuando un niño o adolescente es retenido por cualquier delito es entregado a su padre o representante de acuerdo a lo establecido en la Lopna, no podemos ir más allá…” cuestiona el director de Polilagunillas.
Serrano es más crítico: “En otros paises las leyes son severas y juzgados como adultos, además de poseer un sistema que de verdad sansiona, supervisa y controlas sanciones. En el caso de la COL no existe ni siquiera una casa de abrigo o albergue con profesionales que atiendan este tipo de casos”.
Para la defensora Gil, lo primordial es desarticular las bandas y a quienes “captan” a potenciales miembros: “Vendedores de droga, un vecino delincuente o incluso un familiar directo son los principales actores, hacia allá debe dirigirse la acción policial, luego están los que entregan las armas a estos niños… Ese el momento de la graduación como delincuente”, lamenta la funcionaria.