Caracas, hundida en el crimen

Caracas, hundida en el crimen

POLICÍA MILITARIZADA VENEZOLANA DESPLIEGA UN VASTO OPERATIVO EN CARACAS

Este es un abasto como otro cualquiera que cierra sus puertas a mitad de la tarde para el descanso del almuerzo. Pero, durante la mayor parte del día, hay un silencio aquí como de siesta porque, lo mismo que en muchos otros en toda la ciudad, este abasto carece de artículos de consumo básico tales como leche, jabón y pasta de dientes.

Andrés, el dueño de la tienda, quien sólo dio su nombre de pila por preocupaciones de seguridad, mira preocupado desde detrás del mostrador. Uno diría que su ansiedad se debe al hecho de que pocas personas entran cada día a su establecimiento. Eso es sólo cierto en parte. Su mayor miedo es que otras personas sí entren: los miembros de una pandilla local que vienen a veces a cobrar una “tarifa de seguridad”.

La tienda de Andrés está ubicada en el barrio de Santa Rosalía, en el distrito del Libertador, un área designada por el gobierno como “zona de paz”. Con la criminalidad en alza en algunos lugares del país, hace algunos años el gobierno decidió “limpiar” los lugares más peligrosos. Ellos armaron a miembros de “colectivos”, grupos paramilitares armados aliados a la revolución de Chávez.

No obstante, han pasado cosas inesperadas. Según algunos residentes que viven en esas áreas, así como activistas por los derechos humanos y la justicia criminal, algunas zonas se han convertido en centros del crimen organizado porque hay “colectivos” que se han mezclado con pandillas criminales involucradas en narcotráfico, prostitución o venta de armas. Estas pandillas ahora “fortificadas” cuentan con todo tipo de armas, incluyendo ametralladoras, escopetas y granadas.

“El gobierno retiró a la policía y las fuerzas militares de algunas de esas áreas y dejó a las bandas con colectivos realizar sus negocios ilegales”, me dijo en una entrevista Liliana Ortega, principal activista de derechos humanos radicada en Caracas. Ortega es la presidenta de una organización llamada Comité de Familiares de las Víctimas (COFAVIC).

El resultado es que las pandillas y los “colectivos” podrían mantener la delincuencia controlada en las “zonas de paz” porque necesitan llevar a cabo sus operaciones de la manera más tranquila posible. “Nadie se atreve a hacer nada, porque nadie se opone a Al Capone”, dijo Elías Iturrieta, director ejecutivo del periódico Nacional, uno de los escasos medios de prensa que siguen siendo independiente en el país, aludiendo al tristemente famoso pandillero de Chicago de la década de 1920.

Los reporteros de Iturrieta cubrieron el tema un par de veces antes de concluir que al menos seis pandillas controlan las zonas en un estilo de “gobierno” tipo mafia. Las pandillas llevan a cabo asesinatos, secuestros, robo de vehículos y extorsión del público.

El dueño del abasto, Andrés, y los propietarios de otros negocios pequeños sufren extorsión. “Los miembros de la banda dicen que yo estoy a salvo porque ellos pueden intimidar a cualquier criminal”, dijo Andrés con una sonrisa sarcástica.

Más información en El Nuevo Herald.

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