Juan José Moreno A: La versión chavista de soberanía

Juan José Moreno A: La versión chavista de soberanía

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En el curso de los últimos quince años, los venezolanos hemos venido observando con una tolerancia cómplice por parte de quienes conscientes de lo que está ocurriendo en el país callan y voltean hacia otro lado la mirada, permitiendo de esta manera la degradación de la patria; mientras otros, una minoría en ejercicio del poder, aúpan y se benefician de la peor gestión gubernamental que haya sufrido la nación en toda su historia.

No salimos de una sorpresa para entrar en otra cada vez peor, la mayoría de ellas relacionadas con la pérdida de la soberanía nacional y todo lo que ella involucra, entre otras, la soberanía alimentaria; pues no le ha bastado al régimen impulsar la producción agrícola de los países con cuyos gobiernos se ha encompinchado el chavismo, en detrimento de los productores y de la agroindustria criollos.





Tampoco se ha conformado el régimen con el reparto, entre empresas extranjeras, de esa zona estratégica para la seguridad y la soberanía nacional, como lo constituye la faja petrolífera del Orinoco, así como el grosero endeudamiento con el imperialismo chino. Muy contradictoriamente, no puede entenderse cómo con la extraordinaria entrada de divisas que supone esta entrega a intereses foráneos, los flamantes administradores de los reales de la nación no hayan podido disponer de los recursos requeridos para la actualización de la tecnología que permita el procesamiento de nuestros crudos pesados, en función del cumplimiento de sus obligaciones con sus clientes y de la propia competitividad en el mercado petrolero mundial.

Este negligente descuido, tiene un culpable principal, Rafael Ramírez, prácticamente el zar del petróleo en Venezuela, en su doble condición de Ministro de Energía, desde el 2002 y presidente de Pdvsa (2004), para quien no podía ser desconocida la necesidad de construir los nuevos mejoradores del crudo, en proyecto desde hace más de cuatro años. Hay que recordar igualmente, la injerencia de Ramírez en el manejo de los recursos financieros del país, hasta que por fin, después de tanta insistencia por parte de expertos de oposición y del propio gobierno, Maduro optó por extenderle su carta de despido y, tal vez como premio a su ”brillante labor” se le designó Canciller de la República.

Pero en esta crisis, y siguiendo con la soberanía al estilo chavista, las entregas del “lomito” petrolero seguirán llegando sin ninguna perturbación a Cuba, mientras viene en camino desde Argelia el primer envío de dos millones de barriles de petróleo liviano, que se utilizarán como diluyentes de “nuestros” crudos pesados, para mantener su mercado y cumplir con sus compromisos.

Pero esta importación de petróleo, la primera en toda la historia de esta industria en el país, según expertos, representa una vergüenza nacional, en virtud de la alharaca permanente del chavismo sobre la posesión de la más grande reserva de crudo del mundo; a lo cual se suma el hecho antes mencionado de la falta de inversión en la actualización tecnológica de la industria, precisamente en momentos cuando los ingresos por las ventas a cobro inmediato y futuro, alcanzan a las mayores cifras.

Por eso encontramos también contradictorio, que el régimen gaste tanto dinero en mantener y divulgar su imagen, tanto interna como externa, mientras descuida tan importante detalle, como sería la inversión en el complejo industrial petrolero, que además del mencionado, se manifiesta en los constantes derrames y explosiones en sus instalaciones.