Ender Arenas: Pesadillas sobre ególatas y soberbios

Ender Arenas: Pesadillas sobre ególatas y soberbios

Ningún jugador debe ser más grande que el juego

No vuelvo a comer un atún en lata que viene disfrazado de ¨Delicia mexicana¨, especialmente de noche, no solo porque me da un ataque de impúdicos eructos que mejor no les cuento, sino que el bendito producto es tan pesado que paso toda la noche con pesadillas.

Claro todo se debe a mi terquedad porque esa experiencia desagradable se ha reptido cada vez que lo ingiero tarde en la noche, siempre con las mismas consecuencias: eructos y pesadillas.





Anoche mismo (miércoles) tuve una de esas pesadillas: A todos los sitios donde iba: supermercados con grandes colas de hombres y mujeres que en lugar de ir en busca  de productos que, obviamente, no habían,  gritaban con aires de ¨sobraos¨: ¨Yo soy¨, en el sueño yo me preguntaba: qué carajo es lo que son, aunque no tenía una repuesta, yo llegaba a la conclusión que estaba enfrentando una epidemia donde una gran parte de hombres y mujeres se creían la pepa del queso, , expresión que no logro entender, pero que se usa mucho cuando una quiere decirle a otro: ¨Tu eres un echón¨. Igualmente me paso en la librería donde entre y en la calle. En fin, en todas partes, colas de gente que gritaban echones: ¨yo soy¨.

En el sueño estábamos en navidad, esto lo deducía porque aun cuando no había adornos navideños y la avenida Bella Vista no tenía encendidas las lucecitas de siempre, estábamos en medio de una campaña electoral, cosa que no me extrañaba, porque en los últimos quince años solo hemos vivido navidades electorales.

Recuerdo, de manera borrosa y en blanco y negro, que estaba oyendo un programa en  la radio, justo cuando termino una vaina tristísima interpretada por un grupo llamado los Violines del Manzanillo, apareció uno de los enfermos de egolatría, pero esta vez investido de dirigente y candidato  (me lo parecía) gritando que todo el mundo lo quería, que todos lo aclamaban que ¨El es y era, que nadie mas es y sera¨ y agregaba de seguidas las cosas que desacreditaba a los que lo adversaban que para mi  sorpresa, en el sueño, eran o decían ser sus compañeros.

Ahora mi pesadilla se torna angustiante, el mismo personaje aparece como si fuera un muchachito: grita, llora, patalea, acusa a los demás de errores. Se le ve frustrado y haciendo mohines con gestos que acusan inmadurez.

Desperté sudando y prometiendo que jamás volvería a comer ¨Delicias Mexicana de Atun¨. Aunque esta vez saque una enseñanza: Estos quince años han producido una enfermedad terrible que comenzó muy arriba, pero que hoy corre aguas abajo: la egolatría y la soberbia y ha producido un personaje que finge no tener lo que tiene y finge tener lo que no tiene